AL-SHEEHANIYA, Qatar- Jewel, una joven guacamayo Spix, descansa en un recipiente de plástico. Su cuidador, Ryan Watson, pone el recipiente en una báscula y sonríe. El polluelo de 4 meses de edad está aumentando de peso. Si Jewel sigue creciendo, Watson pronto la trasladará a ella y a su compañero,- un segundo guacamayo que está gritando en un extremo de la jaula - a un aviario más grande, donde se reunirán con otros de su especie.
A pesar de que el proyecto está en sus inicios dará sus frutos a largo plazo. Aumentará la probabilidad de supervivencia de uno de los loros más raros i bellos del mundo. Se sabe de la existencia de tan solo 76 ejemplares de guacamayo de Spix - endémico del norte de Brasil, pero que hace más de 11 años que no se encuentra en estado silvestre- todos en cautividad. Watson fue contratado por un miembro de la familia real de Qatar, el jeque Saud bin Mohammed bin Ali al-Thani, para rescatar a la especie al borde de la extinción e intentar su reintroducción en la selva brasileña.
Se trata de un plan audaz en un lugar increíble, reino del petróleo y del gas, de la Península Arábiga. En un paisaje llano y árido, un recinto cercado privado de vida salvaje se extiende a lo largo de 1.6 millas a unas 20 millas al oeste de la capital, Doha.
Al-Wabra Wildlife Preservation comenzó como una colección privada con un pasado algo cuestionable. Sin embargo, se ha transformado en un centro de conservación. La reserva del desierto es propiedad de Saoud, un coleccionista entusiasta de las bellezas raras, incluidas las antigüedades islámicas de su casa y, también de las finas gacelas, de espléndidas aves del paraíso, gatos árabes y majestuosos guacamayos.
Pajareras, recintos de cría, antílopes en libertad, jaulas para primates, dan refugio a cerca de 2.000 animales de 90 especies raras y en peligro de extinción. Un equipo de 200 empleados - entre ellos cuatro veterinarios y cinco biólogos - mantiene el centro y cuida de los animales, en un total de 480 recintos.
Según Watson, un australiano de 33 años de edad, que dirige el programa de cría del guacamayo azul, los zoológicos privados son frecuentes en la región. "No es un secreto que el jeque adquiría animales en el mercado negro, fruto del tráfico ilegal ", dijo Watson. Antes de 2001, año en que Qatar firmó un tratado internacional , conocido como CITES que restringe el comercio de animales en peligro de extinción, no era ilegal la importación de animales raros. Y eso es lo que hacia Saoud tras heredar el centro. Pero en 1999 tuvo lugar un incidente que hizo que despertara su interés por la conservación. Saoud trajo unos raros antílopes Beira desde África oriental y los ancianos locales le acusaron de realizar caza furtiva, de manera que esta fue la última vez que realizó un acto de este tipo. A partir de este momento empezó la transición de colección particular a centro de cría y conservación y
actualmente su objetivo es la conservación de las especies, realizando intercambios con otros centros y en ocasiónes rescatando animales como ocurrió en 2006 cuando encontró dentro de un camión en Qatar a cuatro tamarinos de cabeza dorada procedentes de América del Sur, con síntomas de deshidratación. Esa fue la última especie que incorporó a su colección. La organización ha ido ganando aliados dentro de la comunidad conservacionista y el personal colabora regularmente con expertos internacionales. Informan de sus éxitos, y también de sus fracasos.
Desde que llegó a al-Wabra en 2005, Watson ha supervisado la incubación de 24 guacamayos de Spix. Junto con las aves compradas a un criador comercial en las Filipinas y a un coleccionista en Suiza, la instalación alberga un total de 55 guacamayos de Spix, casi el 75 por ciento de la población que existe en cautividad en todo el mundo..
Según palabras de Russell Mittermeier, presidente de la Conservatión International, el futuro de la especie está ahora en manos del jeque. O, quizá, más exactamente, en manos de Watson.
Pero el camino no es fácil ya que a estas aves no les sienta bien la vida en cautividad. Muchos de los pájaros más viejos - que pueden vivir hasta 30 años o más – tienen los riñones afectados como resultado de la deshidratación que sufrieron, años atrás, cuando fueron introducidos de contrabando desde Brasil a manos de coleccionistas privados.
Todavía más preocupante es el cuello de botella genético causado por una fuerte endogamia. Todas las aves, excepto cuatro ejemplares, son descendientes de una pareja de hermanos mantenida por el criador suizo. Como resultado, sólo el 2% de los huevos puestos por la segunda generación de las hembras en cautiverio eclosionan. Será necesario efectuar pruebas genéticas que nos permitan seleccionar las parejas con mayor diversidad genética aunque estas parejas no siempre sean capaces de hacer puestas.Además existe una tendencia a nacer mayor cantidad de hembras que de machos. Dado que los guacamayos de Spix crean fuertes lazos de pareja, para que la especie prospere es necesario que exista un equilibrio de ejemplares de ambos sexos.
La lucha por la supervivencia se intensificó en 2004, cuando el personal se enteró de que muchos de sus loros sufrían una enfermedad infecciosa llamada dilatación proventricular. Un azote para los criadores de loros durante décadas. La solución llegó cuando científicos de la Universidad de California en San Francisco identificó el virus, y Watson y su equipo comenzaron a aislar a los individuos infectados. El resultado: no han aparecido nuevas infecciones en los últimos tres años.
Ahora el grupo de Spix está aumentando de nuevo, de 51 ejemplares en 2007 a 55 hoy en día.
Una probabilidad del 50%
Watson y su esposa, Monalyssa Camandaroba Watson – experta en guacamayos de Brasil - planean mudarse a una granja de 6.000 hectáreas compradas por Saoud al norte de Brasil. Allí, se construirá una planta de incubación, una guardería y un aviario.
Siguiendo un plan paso a paso, esperan introducir la crías en cautividad de guacamayos en su hábitat natural. Inicialmente, se les permitiría salir sólo por la noche, para regresar después a los aviarios en busca de agua y comida. Poco a poco, Ryan Watson espera que las aves aprendan a comer alimentos silvestres y a evitar la depredación.
Los Watson pondrá a prueba el proceso con el guacamayo de Illiger, una especie más abundante en Brasil. Si las aves en cautividad de esta especie se adaptan bien, dentro de tres años, los guacamayos de Spix jóvenes serán trasladados en avión a su medio natural, Brasil.
Según Watson las probabilidades de supervivencia de los guacamayos es del 50%. Sabe que su plan ha recibido numerosas críticas: no hay suficientes aves para un plan de reintroducción, la diversidad genética es escasa y además existe el peligro de los cazadores furtivos.
A lo que Watson responde “Hay que intentarlo, si no podemos reintroducirlos en su medio natural, ¿cuál es el objetivo?. Los animales salvajes pertenecen a su hábitat natural. De lo contrario, lo que estamos haciendo no es conservación. "