Con el procedimiento el ave, rescatada de cautiverio, podrá llevar una vida normal. Sigue en observación.
Come con él, rasga rocas en procura de minerales, se ase de los palos. Es su vida, como puede ser también su muerte.
Una guacamaya verde (Ara militaris) que tenía el pico partido ha podido sobrevivir gracias a la restauración practicada por expertos de la Fundación Universitaria Autónoma de Las Américas y el Zoológico.
El pico presentó por alguna razón desconocida una gran rajadura y pérdida de masa, que amenazaba la subsistencia. La guacamaya estuvo cautiva, fue decomisada y llevada a una reserva en Jericó, en donde se detectó esa condición y fue remitida al Zoológico.
Esta clase de intervenciones no es común. Se conoce un pato al que le fue resanada la estructura con masilla epóxica, aunque el efecto estético no fue el mejor. De resto, muy poco.
Para intervenirla se unieron el Laboratorio de Prótesis Dental de esa institución, que lleva 18 años de trabajo, y el programa de Medicina Veterinaria, que funciona desde 2009.
“No se trata de experimentar, sino de intervenir de acuerdo con el caso”, explicó Adrián Manuel Abreu, decano.
La fractura era honda. Restaurar el pico de una guacamaya no es sencillo porque tiene un hueso móvil, que es el que le permite distintos movimientos y debe permanecer siempre así.
La guacamaya verde es un ave de amplio rango de distribución que mide de 60 a 70 centímetros y pesa hasta algo más del kilo.
Tras acordar la forma de abordar el procedimiento al ejemplar que tenía problemas para la alimentación, se le completó el pico con un acrílico al que se le dio el color natural.
La intervención demoró 30 minutos. Martín Jaramillo , director del Laboratorio, informó que el pico estaba muy sucio. Primero se procedió a la limpieza y luego al desgaste.
Esta es la parte más delicada porque si se extiende mucho se afecta la capa de irrigación y se agravaría el problema.
En el proceso participó también personal del Zoológico. Fue necesario calibrar continuamente el desgaste de la pieza para no sobrepasarse.
Hecho esto, relató Jaramillo, se le complementó la estructura y tapó la hendidura con un acrílico, que aunque originalmente viene con el color de una encía, se mezcló con el color correspondiente. El material no es tóxico ni alérgico.
La guacamaya pasó a recuperación en el Zoológico, donde se mantiene bajo supervisión, en la que colabora el grupo Fénix de la UAM, reveló el profesor Nicolás Estévez, su director.
Como se trata de un procedimiento poco común se ha visto que el acrílico presenta buena adherencia, pero la humedad lo está afectando.
El pico, como las uñas se regenera de forma natural, aunque tarda seis meses o más, dependiendo del animal y su dieta. La guacamaya no tenía tiempo.
¿Qué se hará? Para que no presente más inconvenientes se le implantará un apoyo mecánico que aguante mientras se regenera.
El esfuerzo ha valido la pena. La guacamaya está fuera de peligro y para la universidad y el Zoológico se demuestra que el trabajo interdisciplinario es útil para tratar animales.