Los pequeños loros, dependen totalmente de sus padres, durante varios meses, para que los alimente y les enseñen a volar.
En los meses de febrero y marzo pequeñas cavidades de arboles y peñascos, son los lugares escogidos por cientos de loros de distintas variedades, para empollar sus pequeñas crías.
Los municipio de Villavieja, Tello, Colombia, Baraya, Neiva, Hobo, Rivera, Palermo, Teruel, Íquira, Campoalegre, Aipe, Gigante, Garzón, Paicol, Tesalia y La Plata, concentran en el Huila la mayor población de psitácidos, que varían entre loros frente amarilla, frente azul, orejiamarillo; pericos real, cascabelito, chocolero o catarnica frentirroja; cotorras cheja y guacamayas militares.
Estos hermosos animales, que en las tardes llenan de murmullos, cantos y color los bosques del departamento, se encuentran entre las especies más amenazadas por los traficantes de fauna silvestre, que sin importar las condiciones en las que los capturan, cumplen con su cometido, tan solo por conseguir unos cuántos pesos.
A la gran mayoría de estas aves que extraen de los bosques huilenses, las capturan siendo aún indefensos polluelos, ciegas, desprovistas de pluma y carentes del cuidado y protección, que únicamente le pueden ofrecer sus padres, ya que los loros al ser monógamos, tanto la hembra como el macho cuidan de sus crías.
Los pequeños loros, dependen totalmente de sus padres, durante varios meses, para que los alimente y les enseñen a volar. Pasado el tiempo, ya en su etapa de adolescencia, se integran a las bandadas de otros loros donde socializan y encuentran a sus parejas, que los acompañará por el resto de su vida, cumpliendo su papel en la naturaleza.
Semanalmente, hasta el Centro de Atención y Valoración de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena, llegan ejemplares de psitácidos, la mayoría recuperados a través de operativos contra el tráfico de flora y fauna, adelantados conjuntamente con la Policía o el Ejercito Nacional. Durante el 2012 han llegado 64 ejemplares: 22 loros frenta amarillas, 8 frente azul, una lora real; cinco guacamayas gonzalas, 2 bandera, seis carisecas; seis pericos reales, ocho chocoleros y un cascabelito. Allí son valorados y rehabilitados para posteriormente ser devueltos a su hábitat natural o reubicados en sitios que cumplan con las condiciones necesarias para su buen desarrollo.
Estos animales tienen un amplio espacio en el mercado negro de fauna silvestre. Son comprados como mascotas, para adornar finca, y la falsa creencia que éstos ‘hablan’, los hacen muy atrayentes.
Según datos de las autoridades ambientales el valor de un perico o catarnica puede variar entre 20 mil y 50 mil pesos; un loro frente amarillo o frente azul entre 80 mil hasta 140 mil pesos, mientras que una guacamaya puede costar alrededor de 500 mil pesos.
El hecho de estar en cautiverio, los conlleva a sufrir diferente trastornos de comportamiento como el picaje de plumas, movimientos involuntarios de la cabeza, estrés y en muchos casos la muerte prematura.
Dietas incorrectas, tienen una dieta muy variada compuesta de por diferente frutos y semillas del bosque, nada que ver con pan y chocolate, además complementan su dieta con ciertas arcillas que solo se encuentran en lugares específicos a orillas de los río.
El caso más reciente de recuperación de estos animales por parte de la Policía Ambiental, tuvo lugar en la ciudad de Neiva la semana anterior. En total siete individuos, entre guacamayas, loros, pericos y guacharacas, fueron incautados en una residencia del barrio San Bernardo de la comuna 10, con graves evidencias de mal trato, justamente por el hecho de haber permanecido encerrados en pequeñas jaulas.