Tras casi medio siglo de intenso, continuo y arduo trabajo, investigaciones científicas, manejos adaptativos, establecimiento de leyes proteccionistas tanto a nivel estatal como federal, acuerdos colaborativos y de proyectos educativos; la Cotorra Puertorriqueña muestra sus primeras señales de que esta especie en peligro de extinción se encamina a alcanzar números poblacionales que posibiliten su recuperación con poca ayuda de nuestra parte.
Y es que los investigadores del Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña han documentado que luego de más de 42 años, una pareja de nuestra única cotorra nativa produjo un nido activo en una cavidad natural.
El acontecimiento fue descubierto en mayo pasado en el Bosque de Río Abajo en Arecibo donde ubica este componente del programa.
“El hecho de que estas cotorras anidaran sin asistencia humana es una de las evidencias más claras de que nuestra Amazona Vittata como se le conoce científicamente, se encamine a reproducirse de manera natural”, anunció la secretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Carmen R. Guerrero Pérez, desde el mencionado bosque.
Además de este acontecimiento histórico, el Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña, que a nivel estatal cumple 20 años, ha documentado que algunas de estas aves se han comenzado a dispersar a nuevas áreas y han sido avistadas en cuatro pueblos de la Isla: Utuado, Morovis, Hatillo e Isabela a más de 30 kilómetros de distancias desde su liberación en el Bosque de Río Abajo.
Sin embargo, esto no significa que hayan establecido sus hábitat en esos lugares. “Estos datos son muestras adicionales de adaptabilidad de la cotorra puertorriqueña”, afirmó Guerrero Pérez.
La funcionaria añadió que en la Agencia que dirige “estimábamos la población entre 64 a 112 cotorras silvestres pero desconocíamos la ubicación de al menos 48 de ellas. Sin embargo, estos datos que pudimos documentar gracias a la colaboración de ciudadanos particulares, indican que la población se está dispersando a nuevas áreas y pudiera ser mayor, por que la especie pudiera estar reproduciéndose de forma natural, lo que sería muy beneficioso para esta especie que en un momento llegó a contar con solamente 13 individuos”.
Por su parte, Leopoldo Miranda, subdirector regional para Servicios Ecológicos del Servicio de Pesca y Vida Silvestre, sostuvo que nuestra cotorra no sólo ha regresado de casi la extinción, sino que ahora nos puede ayudar a diseñar estrategias de conservación a nivel paisajista que a su vez benefician a cientos de otras especies amenazadas, al agua, al suelo y a todos los habitantes de Puerto Rico.
“El éxito de este Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña se debe a la buena colaboración y dedicación del personal de las agencias estatales y federales al igual que el apoyo y el compromiso del público, organizaciones no-gubernamentales de conservación y varias corporaciones privadas”, añadió.
Pablo Cruz, supervisor forestal del Servicio Forestal Federal en el Bosque Nacional El Yunque, afirmó que “tenemos una rica historia de conservación y recuperación de nuestra especie patria la Cotorra Puertorriqueña. Desde el comienzo de nuestro Programa de Recuperación en el Bosque Nacional de El Yunque en los años 60 a la actualidad, su progreso es un testimonio al apasionado esfuerzo de lo cientos de profesionales y científicos que han colaborado para recuperar la especie”.
“Ahora entramos a una era histórica donde necesitamos el compromiso de todos los sectores de nuestra sociedad para la propagación de nuestro patrimonio a través de todo nuestro territorio”, añadió Cruz.
Como parte de los logros del Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña que ayudan a que estas aves continúen reproduciéndose, se informó que todos los parámetros necesarios para el éxito reproductivo de la Amazona Vittata han ido incrementando consistentemente, lo que muestra la viabilidad de una futura población autosustentable en el área del Bosque de Río Abajo.
“Este año en nuestro Bosque de Río Abajo se produjo un número récord de 51 volantones en el componente de cautiverio. Anteriormente, la cantidad más alta era de 34 individuos, la cual ocurrió en el año 2011. En la población silvestre se aumentó de 12 volantones producidos en la temporada reproductiva del año 2012, a 15 volantones producidos en estos últimos siete meses estableciendo el número más alto de volantones producidos en el estado silvestre desde el comienzo del Programa de Recuperación. Por su parte, la tasa de mortalidad en el componente de cautiverio fue solamente de un uno por ciento en comparación con el promedio anual que es de 3.6 por ciento”, detalló Guerrero Pérez.
Explicó que la supervivencia estimada de los pájaros silvestres fluctúa entre 60% a 65%, lo que permite el crecimiento constante de esta población.
“Toda esta información es muy valiosa y los logros son bien significativos. Sin embargo, es importante destacar que el esfuerzo de reproducir y proteger a las cotorras puertorriqueñas no son únicamente responsabilidad del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, del Servicio de Pesca y Vida Silvestre y del Servicio Forestal Federal. Es una responsabilidad que tenemos como país en la que todos podemos contribuir y ser partícipes”, argumentó.
Guerrero Pérez recabó de la ayuda de la comunidad en general para lograr que se continúen reproduciendo más cotorras puertorriqueñas y en un futuro lograr sacar a estas especie de la lista de animales en peligro de extinción. Recordó que esta especie anida en los huecos de los árboles y que ésta es una de las razones para llevar un control sobre la poda y cortes de árboles.
“Si hubo algo que afectó grandemente y casi extinguió a la cotorra puertorriqueña fue la deforestación masiva que se registró en Puerto Rico en los pasados dos siglos. Entonces, la implementación proactiva de estrategias de manejo y conservación de hábitat, especialmente en los terrenos privados, es esencial”, dijo.
La educación y la participación activa de los ciudadanos es sumamente importante para proteger a las cotorras, sus nidos, sus huevos y para censar los avistamientos a nivel Isla.
“Si las personas conocen las características de la cotorra que es de tamaño pequeño, color verde con azul cielo debajo de sus alas, un anillo blanco alrededor del ojo y una banda roja sobre su pico; que su rabo es pequeño y que tiene un corte cuadrado, contrario al rabo largo y puntiagudo de un perico, podrán identificarlas fácilmente y ayudarnos en su protección y reproducción”, indicó.
Guerrero Pérez, recordó que existen leyes federales y estatales que definen como delitos graves y menos grave los daños a esta especie que imponen multas ascendentes de $5,000 hasta $50,000 y pena de cárcel desde 90 días hasta tres años o ambas penas dependiendo de las violaciones.
La titular del DRNA, indicó que desde el año 2006 cuando se hizo la primera liberación de cotorras puertorriqueñas en Río Abajo hasta el día de hoy se han liberado 108 cotorras del Bosque Río Abajo.
Finalmente, la Secretaria informó que cualquier información que puedan brindar sobre daños, amenazas o avistamientos de estas especie podrán comunicarse con el Cuerpo de Vigilantes del DRNA al (787) 771-1124 ó (787) 724-5700.