Con nidos artificiales volvieron aves a los páramos de Antioquia
En el departamento van 59 nidos instalados en Urrao y Jardín. El proyecto tiene 10 años.
El loro Orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis) y la Cotorra Montañera (Hapalopsittaca amazonina) ya no están en amenaza de extinción.
Eso lo evidenció un censo realizado por la Fundación Proaves, que enfoca sus esfuerzos hacia el estudio de las aves y la conservación de su hábitat.
Según el reporte, en 1998 estas dos especies de aves contaban con una población de 40 ejemplares, mientras que el actual censo evidenció que en municipios como Jardín y Urrao, en el suroeste antioqueño, ya subrevuelan 750 cotorras y loros.
Esto, aseguró Johanna Villa, subdirectora regional de la fundación, se debe a la toma de conciencia de la población, a los esfuerzos de las corporaciones regionales y a proyectos medioambientales como la construcción de nidos artificiales.
La iniciativa nació hace 10 años debido a la escasa oferta natural de lugares para anidación por factores como la deforestación, la extensión de la frontera agrícola y a la extracción de madera con fines industriales y artesanales, además de los cultivos ilícitos.
Según Villa, los nidos generan escenarios para su reproducción, pues su implementación facilita y maximiza el registro de información referente a la reproducción, tasas de crecimiento y enfermedades.
A partir de esto, los investigadores han formulado otras estrategias de conservación, como programas de sensibilización para las comunidades locales.
Desde el año 2003 a la fecha se han elaborado 59 nidos artificiales en los dos municipios antioqueños.
Estos están hechos en madera y se componen de seis lados, cada uno de 20 centímetros de ancho, formando cuatro caras, con un diámetro interno de 40 centímetros, 1,40 centímetros de profundidad, una entrada lateral y una puerta de inspección o monitoreo.
Todas las caras presentan fisuras interiores para facilitar el ascenso y descenso de los loros y una capa de sustrato con aserrín en la base, que se cambia después de la temporada reproductiva. Los nidos se sujetan, con alambre galvanizado, en palmas.
“Al principio pensaron que no íbamos a tener éxito con el proyecto, que no muchos loros y cotorras iban a ocupar los nidos. Pero nos hemos dado cuenta de que ha dado resultados”, dijo Villa.
De la mano de los nidos, los proyectos educativos y pedagógicos la Fundación Proaves también han gestado acuerdos con los campesinos y habitantes de los dos municipios, por medio del Sistema Local de Áreas Protegidas (Silap).
“Los vecinos de los municipios de Urrao y Jardín se comprometen, por medio de acuerdos legales, por escritura pública, a conservar los bosques, sobre todo los aledaños a recursos hídricos. A cambio, se les da incentivos en especie”, contó la investigadora.
Enemigos de las aves
Aunque la comunidad se ha concientizado de la necesidad de conservar la flora y fauna, aún existen en estas zonas del departamento problemáticas por deforestación, incendios forestales, contaminación de los afluentes y la minería.
“Las aves necesitan grandes espacios para habitar y alimentarse, pero la ganadería intensiva y la explotación de los recursos naturales cada día acorta más esa frontera y les roba terreno a las especies silvestres”, dijo Villa.
Por eso en el país, que posee la más alta diversidad de aves del planeta con 1.903 especies reportadas, son 122 las especies amenazadas de extinción, casi el 6 por ciento del total. De este número, el 40 por ciento es endémica.