El loro frentirrojo ecuatoriano pasa a la Lista Roja
Hasta ahora se consideraba al loro frentirrojo o cariamarillo ecuatoriano como parte de un grupo más amplio que no se encuentra entre las prioridades de los conservacionistas. Pero su realidad sí debe serlo: se estima que solo 600 ejemplares de estos pájaros quedan en su hábitat natural, los manglares y bosques secos de la Costa ecuatoriana.
Una reclasificación hecha pública este mes puede salvarlos y se basa en el trabajo de un investigador del zoológico de Chester, en Reino Unido.
“Lo que descubrí es que había estado escondida en otro grupo y que debe salir de él, pues es realmente importante”, dice Mark Pilgrim, director del zoológico y responsable de la investigación.
Lo destacado de esta reclasificación es que antes tenía cero prioridad de conservación. Previamente se consideraba que este loro pertenecía a una de las cuatro subespecies del grupo Amazona automnalis, cuya población estimada es de aproximadamente cinco millones de aves en un área que va desde América Central hasta partes de Brasil.
Por eso no tenía ninguna prioridad entre los esfuerzos de conservación.
“Hay muchas especies como esta”, explica Pilgrim, refiriéndose a que no se observan o descubren por primera vez para la ciencia en plena selva, sino que se identifican tras una investigación científica en cautiverio.
El frentirrojo “necesita los manglares para acomodarse en la noche y los bosque secos a los que vuela cada día para alimentarse... dos hábitats que solo se hallan en la Costa de Ecuador y que están muy amenazados”, recalca el investigador.
Para esta especie es necesario que ambos hábitats estén próximos uno del otro, pues vuela diariamente entre ellos.
El bosque seco actualmente es más frágil, es uno de los ecosistemas más amenazados del mundo. Sus principales presiones en Ecuador incluyen la expansión de la frontera agropecuaria, ampliación urbana, extracción de madera, cacería e incendios forestales.
Pilgrim cuenta que siempre estuvo interesado en los loros, y que este trabajo surgió de una especial curiosidad por una pareja de amazonas del zoológico de Chester, donde inició su carrera como cuidador de aves hace 25 años.
Un boletín del zoológico de Chester describe que el primer paso que cumplió Pilgrim fue buscar cualquier diferencia morfológica, básicamente formas del cuerpo y en el color de sus plumas.
“Viajé a museos en diferentes partes de Europa para analizar más de 60 especímenes, tomando medidas como la longitud de alas, de la cola, la forma del pico... Medí cientos de esqueletos y pieles de museos”, recuerda Pilgrim.
“También fui al centro de reproducción de Tenerife, España, donde tenían ejemplares de tres de las cuatro subespecies divididos en aviarios por parejas... Pude grabar y observar si el cortejo era diferente entre las tres especies”.
“Luego hice una investigación genética en la Universidad John Moores de Liverpool para ver si había diferencias en el ADN mitocondrial”.
Pilgrim descubrió suficientes diferencias como para que el loro ecuatoriano sea separado de su grupo taxonómico.
El investigador presentó sus hallazgos a Birdlife International, la organización que estudia y selecciona las especies para la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).
“Estar en la lista roja es muy importante, pues de otra forma las especies no tienen prioridad”, aclara Pilgrim, y añade que la organización ha aceptado que el ave merece un estatus de especie en sí misma.
El anuncio oficial de su reclasificación se espera para el segundo trimestre del 2014, cuando dejará de ser conocida como Amazona autumnalis lilacina. ¿Cuál será entonces el nombre que ayude a estas aves a sobrevivir? A. lilacina.
El doctor Pilgrim visitó en noviembre del 2012 el centro de rescate de la Fundación Jambelí, en el cantón Naranjal, Guayas. En esas instalaciones se encuentran cuatro individuos del loro frentirrojo que han sido decomisados en operativos de la Policía Ambiental, al ser una de las especies que se comercializan ilegalmente.
Según las previsiones, una expedición del zoológico de Chester visitará el bosque seco de la Costa ecuatoriana a fines de enero del 2014.